La queja puede ser simplemente liberadora, absolutamente necesaria o meramente prescindible. Como un adverbio. No es lo mismo quejarse porque no tienes qué comer que porque has perdido el bus, hacerlo en público que en privado.
Thierry Blanc Pain y Pieter Pelgrims son dos amigos que han tenido la idea de vivir sin quejas al menos durante febrero. Eligieron este mes por ser el más corto del año, para ponérselo un poco más fácil. Porque, admitámoslo, la queja tiene algo de arte pero muchísimo de vicio. Una vez que uno empieza, cuesta parar.
¿Cómo empezó todo? Pues muy fácil. Un día uno de ellos le propuso al otro que se callara, que ya estaba harto de oír sus quejas. Nada más decirlo, se les iluminaron los ojos. El propósito ya estaba hecho: pasar un mes sin quejas. Los beneficios fueron tan claros que decidieron difundirlo con una web propia. En la edición de 2015 se apuntaron más de 1000 personas.
Yo me he apuntado ayer, aunque sea octubre.
Los que lo han probado dicen que vivir sin quejas te hace tener una actitud más positiva y resolutiva, ayudándote a enfocarte en la solución en vez de en el problema. Por no hablar de lo mucho que lo agradecerán todas las personas que tengo a mi alrededor. Sí, cuando quiero, puedo ser muuuy pelma.
Algunas de las personas que se han sumado al reto llevan una goma en la muñeca para pellizcarse en el caso en que se les escape una queja. Yo prefiero el método del cocodrilo o de la tortuga. Como hoy, que tenía pensado dedicar buena parte de la jornada a hablar de todo lo que no me gusta y se me apareció el cocodrilo que encabeza este post. Y claro, me distraje. Tuve que aplazar mis ansias quejumbrosas para descubrir que sí, que los cocodrilos tienen lágrimas, que esto no es un posado, que las mariposas se beben las lágrimas de los cocodrilos y otros animales para aprovechar su riqueza en minerales. Sí, las tortugas también lloran.
Aviso: Dejar de quejarse por tonterías también tiene sus contraindicaciones. Como cuando uno deja de fumar. Lo encontrarás un vicio todavía más nefasto al dejar de hacerlo, y quizás ya no te parezca tan buena idea seguir viendo a según qué personas que encuentran especial placer en compartir el lado más negativo de la vida.
¿Qué? ¿Alguien se apunta? Venga, que así podemos encontrar juntos otras cosas que hacer en lugar de quejarnos.