Hace poco leía sobre el arte de viajar desde el salón, simplemente girando un globo terráqueo, recorriendo con los dedos las rugosidades que representan montañas, acariciando la suavidad del mar, intentando memorizar nombres de ciudades y accidentes geográficos de los que nunca antes te habían hablado.
Este viaje también lo podemos hacer a través de cualquiera de los objetos que nos rodean, la única diferencia es que se vuelve más emocionante cuanto más cerca nos lleva, maravillándonos con todo lo increíble que puede suceder en la puerta de al lado.
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