Fíos fóra. El arte de mirar hacia otro lado

 

Hace no tantos años en Galicia las mujeres sabían coser. Era una parte más de su lista de tareas asignadas, que iban desde el cuidado del hogar, los hijos y los abuelos hasta los durísimos trabajos del campo. Cosían en su casa, en pequeños talleres, clandestinos y no clandestinos, dedicándole a la actividad horas muertas y fines de semana o jornadas que nunca se sabía cuándo terminarían. Sin embargo, no era un «trabajo». Era una ayuda. El que «trabajaba» era el hombre. De este tipo de «no trabajo» surgieron grandes imperios textiles como Inditex o Caramelo.

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