Una mudanza es una gran oportunidad para hacer una reflexión profunda sobre todos nuestros objetos, decidiendo cuáles queremos que nos acompañen y cuáles dejaremos atrás y, sobre todo, por qué. Después de algunos días haciendo muchas cajas, he podido reflexionar mucho acerca del materialismo, tal vez desde un punto de vista que nunca se me había ocurrido.
Quizás ser materialista no es tan negativo. Quizás todos necesitamos ser más materialistas. No en el sentido de acumular cosas sino en el sentido de valorarlas antes, durante y después de decidir poseerlas.
El verdadero valor de las cosas no tiene nada que ver con el valor económico, sino con su utilidad, su calidad y el hecho de que nos gusten de verdad. Hemos encontrado muebles en la calle que tienen muchísimo más valor que otros que habíamos comprado, a pesar de que los primeros no nos habían costado nada.
Ser un poco más materialistas en el buen sentido nos ayudará a distinguir el esfuerzo y maestría con el que se han producido nuestros objetos, así como el impacto ambiental que ha hecho posible su existencia. Conocer su historia completa, el cómo, dónde y por quién han sido fabricados, nos permitirá saber qué clase de mundo estamos eligiendo con nuestras compras.
Ni lo barato es tan barato, ni lo caro es tan caro. Lo importante es elegir bien.
Cuando elegimos bien, de repente no necesitamos tantos objetos. Y, al necesitar menos, podemos invertir más tiempo y recursos económicos en elegir todavía mejor. Elegir bien no tiene nada que ver con modas o con el acto de ir de compras como levantamiento del estado del ánimo, sino con darnos cuenta que las cosas no nos hacen felices pero tienen un pasado, un presente y un futuro de los que debemos asumir nuestra responsabilidad.
De nada sirve comprar algo eco si no lo vamos a utilizar y al día siguiente lo vamos a tirar a la basura. Si hemos comprado algo cuyo pasado no nos hace sentirnos orgullosos porque muy probablemente en su fabricación o comercialización ha habido explotación, lo mínimo que podemos hacer es cuidarlo y alargar su vida el máximo tiempo posible. Si un objeto ya no nos gusta o ya no nos es útil, busquemos a alguien que lo pueda utilizar o, como mínimo, procuremos encontrar el sitio donde mejor vayan a gestionar el residuo.
PD: Ante la inminencia de mi mudanza, es probable que haya algunos retrasos y cambios de horarios de publicaciones en este blog. Octubre será un mes muy movido pero esperamos recuperar la normalidad lo antes posible :)
Hace unos meses hice una limpieza general en casa, a lo fengshui, como si mi cuerpo y mi mente me dijera que despejara. Era mi mudanza interior. Me plante ante todo y reflexioné qué ha sido útil, qué no, cosas que compré en otras etapas, cosas eco, o no ecos y acabé con unas bolsas para caritas de ropa, ventas en wallapop, donaciones de libros a bibliotecas, juguetes a colegios…
El materialismo bien entendido me ha hecho plantear qué necesitamos en realidad. Cada vez pienso más qué comprar y porqué, si lo necesito o no, si es útil o no, tener por tener no y es algo que en casa intento inculcar a los pequeños petardos que hay…. Así respetando lo que tenemos y nuestro entorno.
Hola bonita! Muchísimas gracias por tu comentario :)
Estoy totalmente de acuerdo Cada vez me doy más cuenta que tener por tener es lo que nos ha llevado a la actual problemática de residuos pero no solo eso, también a una absoluta desconexión con el medio ambiente y con nosotros mismos. Escucharnos más, hacer caso a lo que realmente necesitamos, prescindir de los objetos que nos roban espacio y energía, es bueno para el planeta pero, sobre todo, para nosotras mismas. Qué suerte tienen esos petardos! :)