El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos caminos sino en mirar con nuevos ojos.
Marcel Proust
Desde hace un tiempo camino más lenta. Y, casi sin querer, esta nueva forma de moverme me ha traído una nueva manera de mirar la ciudad en la que vivo desde hace siete años. Más allá de su increíble arquitectura, sus rincones y secretos, Barcelona esconde al menos cien cielos.
Cielos dorados, cielos alegres, cielos que anuncian lluvia, cielos primaverales, cielos borrosos, cielos limpios, cielos marinos, cielos de terracita, cielos de señalar, cielos grises, cielos pintados, cielos repetidos, cielos de domingo, entre otros cielos.
Los cielos de Barcelona no son muy famosos. A menudo se esconden detrás de la contaminación, el ruido y las prisas. Sin embargo, también les gusta enseñar su cara más azul y limpia, dejándonos ver cómo se dibujan los primeros rayos de sol del verano o haciendo que las nubes parezcan habitantes de otros planetas.
Espío los cielos de Barcelona desde la ventana, desde la calle donde vivo, agazapada detrás del Macba. Los saludo cuando cesa la sombra y los respeto, qué remedio, cuando se empeñan en acoger las nubes para amenazarnos con la lluvia.
El cielo es el punto más lejano que puedo alcanzar a simple vista y, sin embargo, contemplarlo se convierte en un acto íntimo y casi de soledad. Como si me estuviera mirando a mí misma en un espejo que muestra cómo me veo desde arriba.
¿Cuál es tu cielo favorito de Barcelona? Nosotros seguimos mirando ;)