La gente valiente se encuentra demasiado a menudo muy lejos de las grandes portadas, arrinconada en columnas, noticias secundarias y pequeñas notas al final.
Pero, por suerte, no hay nada que pare a la gente valiente.
Hoy es Carola Rackete, detenida por haber desobedecido a las autoridades para poder salvar a 40 personas en riesgo de morir en el mediterráneo. Y el equipo de Proactiva Open Arms, que también ha decidido salir sin permiso para no seguir presenciando impotente cómo sigue muriendo gente sin que quienes lo tienen que hacer hagan nada.
La gente valiente no se queda sentada, se arriesga y desafía a lo que haga falta para hacer lo que hay que hacer. No espera a que lleguen los cambios, los provoca con su valentía.
Es probable que la mayor parte de la gente valiente no pase a la historia, que su cara y su nombre pasen desapercibidos.
Pero la gente valiente es mucha más de lo que parece. Es gente que te cruzas por la calle, gente que compra en tu panadería, gente emprendedora gente asalariada y gente en paro. Gente convencida de que las cosas se pueden y se tienen que hacer de otra manera.
Qué menos que hablar de ellos, sacarlos a la calle, enseñarlos en la escuela, llevarlos con mucho más orgullo que cualquier bandera.