Hace no tantos años en Galicia las mujeres sabían coser. Era una parte más de su lista de tareas asignadas, que iban desde el cuidado del hogar, los hijos y los abuelos hasta los durísimos trabajos del campo. Cosían en su casa, en pequeños talleres, clandestinos y no clandestinos, dedicándole a la actividad horas muertas y fines de semana o jornadas que nunca se sabía cuándo terminarían. Sin embargo, no era un «trabajo». Era una ayuda. El que «trabajaba» era el hombre. De este tipo de «no trabajo» surgieron grandes imperios textiles como Inditex o Caramelo.
En el documental Fíos Fóra varias personas que estuvieron o están implicadas directamente en la industria textil de Galicia analizan el período de oro y el posterior declive de esta lucrativa actividad en la comunidad gallega. Sin darle mayor importancia, desvelan con total naturalidad cómo la economía sumergida, el trabajo infantil y las jornadas de 11 horas no son algo que quede tan lejos, ni en el espacio ni en el tiempo.
En los años 90 el gigante de la moda gallego empezaba a despegar. El ritmo de pedidos iba siempre en aumento, así que muchas mujeres se juntaron en cooperativas o aumentaron el tamaño de sus talleres para responder así a las exigencias de producción de la marca. La costura empezó a dar unos beneficios que, aunque no eran muchos, sí superaban a los que podía aportar el campo. Sin embargo, esta bonanza no duró demasiados años.
A medida en que crecían, las condiciones de las marcas se endurecían: exigían exclusividad y más velocidad en las entregas, a cambio de un precio cada vez más reducido. La amenaza: llevar la producción a otros países con mano de obra todavía más precaria. Al final lo acabaron cumpliendo.
Aunque lo fácil sea mirar hacia otro lado, Fíos Fóra habla de nuestra realidad cotidiana. De esa camiseta que es imposible fabricarla, traerla desde China, venderla a 3 euros y que aún así te proporcione un beneficio tan grande que te encuentres en la lista de personas más ricas del mundo. La realidad de que, al decidir comprarla, estamos aceptando que ha sido fabricada en condiciones laborales precarias.
Por ejemplo, en Tánger, el 80% de la mano de obra de los talleres textiles son mujeres analfabetas provenientes de las zonas rurales. No conocen sus derechos y asumen sin protestar la jornada laboral de 11 horas y, a menudo, 2 horas extras obligatorias, además de constantes abusos psíquicos y sexuales. La mayoría de estos talleres son clandestinos.
Si eres una marca y exiges a tus proveedores cantidades imposibles de ropa a precios muy por debajo de su coste real, no vale mirar hacia otro lado cuando descubras que quien fabrica tus prendas realmente lo hace en condiciones inhumanas. Dicho de otra manera, si para cumplir tus requisitos es imposible cobrar un salario digno trabajando en condiciones dignas, debes asumir que estás obligando a fabricar tus productos de forma precaria.
Muchas mujeres no han querido participar en Fíos Fóra por miedo a perder su trabajo. Algunas aceptaron solo a cambio de que no se divulgase su nombre ni su imagen. Las que hablaban, no han querido decirlo todo. En Arteixo, muchas personas no han acudido a ver el documental, por miedo a las amenazas y las críticas.
Documental cocreado por Amarante Setem y la productora Illa Bufarda.