A veces enciendo el ordenador para poder secarme el pelo de color azul, y que solo dure una pizza. Camino con las orejas tratando de crear ilustraciones a mano con el excel o me pongo a escribir un artículo con youtube, como si el teclado fuera un piano o un gato.
Por eso, a pesar de la mosca, el ruido del monopatín y la lluvia, duermo con aparecer o desaparecer en algo que, al solo ser uno y único, no pueda ser nada más. O, lo que es lo mismo, espantar a la desconcentración para que cada cosa, cada momento y cada acción sea solo lo que tiene que ser.
Mis 6 maneras de espantar a la desconcentración:
1. Medito. 5 minutos para observar cómo el aire entra y sale por mi nariz. Un día a la semana. Una vez al día. 3. Y lo convierto en una disciplina.
2. Leo. Lejos de las pantallas. Algo que me guste. Esta es la acción más fácil. Y sí, no me importa nada convertirla en obligación.
3. Dejo de hacer varias cosas a la vez. Un concepto en cada frase. Como si fuera un juego, le doy a cada actividad su tiempo, momento y lugar. Si me salto las reglas, pierdo.
4. Ordeno. 3 columnas (la cuarta se autodestruirá una vez terminada): 1) es importante, 2) me apetece, 3) tengo que hacerlo, 4) me siento obligada pero no debería hacerlo.
5. Priorizo. De la mejor manera que se me ocurre hoy. No te desanimes. Unas veces lo harás mejor y otras peor, lo importante es hacerlo.
6. Planifico las distracciones que más me apetecen. Y jamás me las salto. Las distracciones son invasivas y caóticas pero basta un poco de disciplina para convertirlas en nuestras aliadas.
Despierto con multiplicar solo la simplicidad, la concentración y la plenitud. Transformo los borbotones de pensamientos impacientes en guirnaldas infinitas para convertirlos en un único artículo, en una única temática (la desconcentración), en un único blog.
Y, por fin, conmigo, aquí y ahora.
(Si tienes otros trucos para espantar a la desconcentración, no dudes en compartirlos ;)