El beso. Ese torrente de formas y colores en el que los amantes se derriten de felicidad, además de representar el ideal del amor podría estar contándonos una historia real, tan tierna y llena de riqueza como los más bellos cuadros de Klimt. Ella es Emilie Flöge, modista, diseñadora de moda y una de las personas más importantes en la vida y obra del pintor.
Los vestidos de las mujeres que retrató Klimt existieron y se podían encontrar a principios del siglo XX en una de las tiendas de moda de Viena, Scwestern Flöge (la tienda de las Hermanas Flöge). Emilie Flöge, antes de inspirar a los círculos bohemios de la época y revolucionar la forma de vestir en la ciudad, se formó como modista y viajó por Europa para aprender de grandes nombres como Coco Chanel, Christian Dior o Rodier.
Muchos no entendieron un estilo revolucionario que se atrevió a prescindir del corsé, creando vestidos que caían desde los hombros con colores y formas que recordaban al arte bizantina, y que, sobre todo, buscaba prendas más prácticas y confortables para las mujeres.
Al igual que la de tantas otras mujeres vanguardistas, su figura había permanecido oculta. Sin embargo, últimamente su contribución al mundo de la moda está comenzando a ser recuperada, sirviendo de inspiración a grandes firmas como Valentino, que la definen como una mujer sensual e independiente.
Amantes, amigos o simplemente compañeros de negocios. Las obras Emilie Flöge y Gustav Klimt se sincronizan y retroalimentan a lo largo de todas sus vidas.
Emilie Louise Flöge nació en Viena el 30 de agosto de 1874 y falleció en la misma ciudad el 26 de mayo de 1952. Son muchos los historiadores que afirman que es ella la que acompaña a Klimt en el cuadro de El beso. Su aparición en otros retratos del artista como el que vemos en la parte superior del artículo es innegable.
La historia la descubrí en Playground