Es raro porque, aunque me estás leyendo, yo ya no estoy al otro lado de la pantalla. Me he ido. Supongo que estoy en Venecia o en cualquier pueblecito del norte de Italia. De hecho, ahora mismo, una semana antes de publicarlo, escribo este post trasladándome al futuro para hablarte como si ya fuera el martes que viene, el presente para ti, cuando viajarás al pasado leyendo mis líneas.
Siempre que dejo programado un post me viene una sensación como de futurismo pero del de antes. Es como escribir una carta, revisarla, pasarla a limpio, meterla en un sobre bonito, ponerle un sello e introducirla en el buzón sabiendo que ese momento que para mí es el presente llegará completamente intacto a otra persona y lugar. Sin posibilidad de cambios ni alteraciones, como si no hubiera sucedido nada entre el momento en el que yo escribo y la otra persona recibe.
Sin embargo, con internet se me había olvidado esa sensación. Ahora que es más fácil que nunca viajar lejos del presente, hacia delante o hacia atrás, se me hace raro no aprovechar hasta el último instante antes de que me leas para dar el visto bueno a lo que he escrito.
¿Seré capaz de contemplar cada uno de los lugares que visitaré la semana que viene con todos mis sentidos y mi cabeza concentrados allí, sin tener la necesidad de revisar este post minutos antes de que se publique? En este momento, que debería estar en la biblioteca de la Universidad de Barcelona, ya estoy un poco allí, pero claro, es difícil no estarlo al contemplarla a través de los ojos de Oliver Astrologo.
Leer, ver una película, echar de menos, evocar un viaje, contemplar una obra de arte. Son actos que nos levantan los pies del suelo, arrancándonos de nuestro presente. ¿Pero qué haríamos sin nuestros sueños y nuestra capacidad para imaginar, transformar y crear?
Quizás de lo que se trata no es tanto de estar presentes aquí y ahora, sino de que lo que decidamos hacer lo hagamos al 100%. Si lees un libro, métete en él y olvídate de todo lo que te rodea. Si estás mirando un atardecer, disfrútalo en todo su esplendor sin preocuparte de lo que viene después.