En la última conferencia del festival The Influencers, Kenneth Goldsmith hablaba, entre otras cosas, del «delicioso problema de la abundancia» de experiencias a las que podemos acceder gracias a internet. No nos llegarán 10 vidas para poder ver todas las películas, música, fotos y demás maravillas a las que tenemos acceso. ¿Cómo elegir? ¿Cómo hacer para no equivocarnos e ir directamente hacia la experiencia que realmente vale la pena? ¿Y si hay más cosas que valen la pena de las que podemos asumir?
Aunque pueda parecer aleatorio, esta reflexión me trasladó inmediatamente a un momento no tan lejano en el que yo estaba saturada por dos tipos de abundancia muy diferentes: el de horas de trabajo y el de malas noticias.
Quizás fue la época de mi vida en la que menos leí y en la que más desinformada de la realidad estaba. Trabajaba tantas horas que en mi tiempo libre lo único que quería era no pensar. Al fin y al cabo, ¿qué podía hacer una persona como yo ante tanto problema?
Sin embargo, cuando de casualidad llegaban a mí noticias como ésta, el efecto era el contrario. El cansancio se desvanecía y me entusiasmaba maquinando acerca de cuál sería mi pequeña acción compensadora. Era tal la energía, que procuraba compartirlas con las máximas personas, a ver si así también se contagiaban e inspiraban.
Poco a poco, al abrir un periódico, con un brevísimo escaneo, era capaz de detectar el contenido que para mí valía la pena. A fuerza de descartarlas, dejé de prestar atención a las malas noticias hasta casi ignorar que existían. Tenía el convencimiento, y todavía un poco me lo creo, de que existía un complot para paralizarnos con malas noticias, para que dejemos de buscar alternativas y de pensar por nosotros mismos.
Y, cuando digo malas noticias, digo malos productos y malas opciones en general. Es tanta la abundancia que cuesta encontrar las que realmente encajan con nuestros principios. Creo que por eso surgió la idea de The Goood Shop. Entre tú y yo, ni más ni menos que una forma de ordenar las cosas de manera que sea más fácil encontrar las buenas: marcas, personas, historias, ideas (próximamente en sus pantallas).
Un año y medio después, más o menos, me encuentro sumida entre la abundancia de buenas experiencias. He aprendido y vivido tanto que no puedo evitar pensar que es el resultado de algo. Por ejemplo, en la última semana, he asistido al festival The Influencers y a la Ruta de Economía Colaborativa del Raval y he conocido a las personas que están detrás de algunos de los blogs del Colectivo Hola Eco, descubriendo que, además de escribir de maravilla, son gente espectacular. Y ya no huyo de las malas noticias, sino que intento leerlas de una forma constructiva y solucionadora, consciente de que todavía queda mucho trabajo para producir y hacer visibles las buenas, las que compensan la balanza.
Y nada, que tengo muchas cosas que contarte pero hoy me apetecía compartir mi abundancia de alegría. Y eso que solo estoy al principio del camino ;)
Conclusión: Si la abundancia es de cosas buenas, jamás será un problema :)
Como a mi también me afectan muchos las malas noticias trato de evitarlas y suelo pasar meses en los que apenas se nada lo que pasa en el mundo. Luego llega un día en el me empiezo a preocupar de que no me entero de nada y comienzo a leerlas. Entonces pasan uno o dos meses y me vuelto a saturar de malas noticias, por lo que vuelvo a dejar de leerlas. Y así llevo ya años. Y la verdad que aunque esté desinformado estoy más feliz cuando no me entero de nada. También es cierto que las noticias positivas son como cuando te juntas de gente positiva, me llenan de energía. Que es lo que pasó cuando el otro día nos juntamos unos cuantos del colectivo Hola Eco.
¡Un abrazo!
Lo has explicado mucho mejor que yo ;P
Qué gusto habernos visto las caras! :)
Un abrazo!!!
…coma sempre, Mela, traes verbas ledas pra gorentarlle a un o día!!
As túas si que me poñen leda :)
Un bicazazo Da!