Una de las cosas que más me gustó al llegar a Barcelona fue la costumbre de dejar cualquier mueble que ya no utilizas en la calle. Y no de cualquier manera. Sino limpio, bien colocadito, por si alguien piensa en reutilizarlo. Y vaya si los reutilizamos.
Algunos con unas cuantas capas de pintura, otros para una finalidad completamente opuesta de la original y otros tal cual de lo nuevos que están. El hecho de no tener que comprarlos elimina los límites del juego y nunca pierdes, ya que, quede el resultado que quede, siempre habrá una buena historia.
Manufract elabora muebles y joyas rellenando las partes rotas con resina, creando un resultado espectacular que, además de llenar cada pieza de infinita belleza, saca a la superficie una historia de la que todos queremos ser parte.
Demostrando que dar una segunda, tercera o cuarta oportunidad a las cosas desafía nuestro lado más creativo, haciéndonos descubrir tesoros y posibilidades mucho más allá de lo que imaginamos.
Este descubrimiento lo he hecho, una vez más, en My Modern Met (un blog que os recomiendo muchísimo).