Mientras escribo este post, llevo puesto un kimono que tiene al menos 40 años. Era de la abuela de mi novio. Es precioso y realmente se mantiene como nuevo. Las notas las he tomado con ‘el bolígrafo’, un boli bueno que lleva mi nombre, que me regalaron por mi 30 cumpleaños, mi boli preferido, el que me llevo a todas partes, el bolígrafo recargable que espero seguir usando durante toda la vida. La silla en la que estoy sentada la encontramos por la calle en Barcelona, no sé cuánto tiempo tiene pero está casi nueva, además es cómoda y muy bonita.
La lista de mis objetos es infinitamente más larga, podría llegar a convertirse en un libro entero. Por supuesto, uno muy aburrido. Ya que, como buena ciudadana de clase media del primer mundo, tengo demasiados. De hecho, estoy convencida de que, si dedicara un momento a reflexionar sobre cada uno de ellos, no tendría tantos seguro.
Así que, me pregunto, ¿qué objetos vale la pena adquirir y conservar? ¿Cómo medimos cuál es el verdadero valor de nuestras cosas?
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