¿Sabes qué tienen en común todos los plásticos de la foto? Pues muchas cosas.
La primera y más importante que hace no tantos años no existían y que su llegada no trajo mejoras en nuestra calidad de vida.
La segunda, que tras días enteros expuestos a la luz del sol y a la humedad del mar, se estaban deshaciendo en microplásticos, tan pequeños, que parecían brillantina en nuestras manos.
La tercera, que han sido recogidos en 5 minutos, así que imagínate todos los que dejamos detrás.
Si aplicamos un poco de escepticismo, tal vez saquemos la conclusión de que, hagamos lo que hagamos, siempre será insuficiente.
Si aplicamos sentido común, tal vez lo que consigamos ver es que todo lo que podamos hacer, hasta lo más pequeño, es necesario. Y el hecho de que no sea suficiente ni termine de solucionar el problema, debería ser la chispa que nos empuje a hacer cada día un poco más.
Si no lo compramos, no lo tiramos. Si lo recogemos, deja de estar allí. Aunque ojo, no desaparece.
Vivimos en un mundo complejo, donde hemos aprendido a situar en el centro el beneficio económico y muy en el lateral el cuidado del planeta en el que vivimos y sus habitantes, incluidos los humanos.
No tenemos una varita mágica para arreglarlo. Pero sí tenemos pequeñas acciones y decisiones diarias. Hacer algo, lo que sea, es imprescindible.