Mi San Juan, sin petardos

San Juan sin petardos

Hay mucha gente a la que le encantan los petardos. Muchísima. La mayoría son niños, creo. Otros, no tanto. Cuando el 1 de junio abren en Barcelona los quioscos de petardos para San Juan, hacen largas colas y se gastan todo lo que pueden en esos artefactos ruidosos. Tenemos que respetarlos.

En cambio, yo odio los petardos. No tengo miedo a que me hagan daño ni a que se me caigan encima. Simplemente me molestan de una forma irracional. También cuando estoy en mi casa tranquila y alguien tira una traca justo debajo de mi balcón. Y durante la noche cuando quiero dormir o cuando me voy de paseo a un parque. Por eso, cuando se acerca San Juan me alejo todo lo que puedo, el máximo tiempo posible.

Hoy, desde mi exilio, pensaba en todas las personas que, como yo, lo pasan mal con los petardos pero no han conseguido salir de la ciudad estos días.

Pensaba en las mascotas, especialmente en todos los perros y gatos que desaparecen esta noche, se quedan traumatizados de por vida o mueren de ataques al corazón.

Pensaba en los incendios que provocan y en todos los daños en general que ocasionan en otros animales y personas, en la naturaleza o en el mobiliario urbano.

Antes de escribir este post, pensaba en qué tienen que ver los petardos con la sostenibilidad, si no estaba siendo parcial al hablar de un tema tan personal hacia el que tengo una visión tan sesgada. Pero si la sostenibilidad es vivir con respeto hacia los demás seres vivos y el planeta, lanzar petardos sin pensar en los seres vivos que sufren por ello es muy poco sostenible.

Quizás aquí podemos encontrar un punto de partida para llevar una vida más consciente y respetuosa. ¿Qué tal establecer zonas libres de petardos? O, más bien, ¿zonas en las que se tiran petardos (alejadas de seres vivos y objetos que puedan ser dañados)? ¿No sería un buen primer paso para rediseñar nuestras ciudades promoviendo un ambiente más sano y respetuoso donde convivan tan a gusto todos sus habitantes?

¡Quiero vuestros comentarios! Sí, sobre todo el tuyo, amante de los petardos.

Mientras tanto, yo estaré celebrándolo desde la distancia, contemplando la hoguera tranquila, preparando el agua de hierbas aromáticas, recordando la época en que este día no tenía nombre de santo.

 

6 Respuestas a “Mi San Juan, sin petardos”

  1. A mi me dan pánico y a mis hijos también y me sorprende como hay gente que ni pestañea con el ruido. Pero no es sólo el ruido, no soporto el olor. En estas fechas tengo que tener las ventanas de mi casa cerradas. En esta época todos hacen lo que quieren, se divierten cómo quieren y no se piensa ni en otras personas, ni en toda la basura que se dejan por ahí, incluidos los restos de petardos, ni mucho menos en los animales.
    Tus últimas palabras me han recordado cuando mis hermanos y yo contemplábamos la hoguera mientras cenábamos cerca de ella…

    • Hola Yure!
      La verdad es que nunca me había a criticar esta costumbre muy alto porque es tan omnipresente que pensaba que yo era la única que no lo pasaba bien. Pero resulta que hay muchas personas que también la sufren y me parece tremendo que nadie hable de ellos, que nadie se pregunte si va a molestar a alguien antes de tirar un petardo…
      Y también es verdad eso que dices del olor y de los residuos, es completamente irresponsable y nada sostenible.
      Creo que ya va siendo hora de replantear ciertas costumbres para hacer una fiesta más inclusiva y respetuosa!

      Un abrazo y gracias por tu comentario ;)

  2. Carmiña Abalo Rivas

    Moi ben Mela. Algún día alguén descubrirá que se pode pasar moi ben nas festas sen bombas nin petardos. Antes os foguetes servían para anunciar as festas pero hoxe na época de Internet non é necesario.

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